sábado, 28 de decembro de 2019

O traballo das mulleres na conserva. O caso da conserveira Massó




Na Cidade da Cultura de Galicia, no Monte Gaiás en Compostela, están abertas dúas exposicións moi interesantes; a primeira delas leva por título “Día das Bibliotecas, e está dedicada a amosar unha ampla colección de tarxetas postais de toda Galicia de diferentes autores como Kasado, ou Vieitez.

Recolle os álbumes orixinais destes autores galegos e outros, e nela pódense ollar paisaxes rurais, urbanas, tipos, oficios, o mar, a terra, etc., de toda Galicia.

Polo que vin exposto, o Ortegal e a Mariña están ben representadas pero chama a atención a orixinalidade das fotos e a amplitude do ámbito xeográfico e social representado, todo un repertorio gráfico de como era esta Galicia nosa nos anos de principios do século XX. 

A mostra leva aberta dende outubro de 2019 e poderá visitarse ata xaneiro do 2020.




Mulleres nas conserveiras
A segunda exposición é outra fermosura, e tan orixinal nos documentos e fotografías como a primeira. Leva por título “A memoria conservada, un mar de mulleres” e está referida ás traballadoras da conserveira Massó.

 Esta empresa foi pioneira da introducción da salga e posterior salto á conserva hermética de peixe en Bueu, Cangas, en definitiva, en Galicia, tanto nas fábricas de Cangas do Morrazo como a que abriu en Avilés, en Asturias. Pódense ver nóminas, relación de salarios coas diferencias entre homes e mulleres, fichas de filiación laboral, fotos das actividades industriais e do labor social da empresa como gardería, hospitalillo e paritorio; e tamén fotos do proceso produtivo tanto na salga como na conserva, grupos humanos, dureza do traballo, carga-descarga de matería prima e produto elaborado, etc.

A exposición amosa fondos procedentes da fabrica Massó de Avilés que ten o Arquivo de Galicia


En definitiva, esta exposición tenta poñer de manifesto, segundo o meu parecer e o dalgún título exposto nos paneis informativos, que a historia da pesca e os seus transformados, salga e conserva hermética, hai que reescribila outorgándolle á muller o verdadeiro papel e relevancia que tivo nestas tarefas. Remato coa anterior das postais. A miña opinión é que ben paga a pena nestas vacacións darse unha volta por Santiago e disfrutar enchoupándonos de algo tan noso.

Polo demáis, indicar que en Bueu pode visitarse o Museo Massó, un magnífico exemplo de como preservar a memoria industrial de Galicia.
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Texto e fotosChema Leal.

xoves, 19 de decembro de 2019

Conto de Nadal 2018 en Ortigueira





CAMBIA TODO, TODO CAMBIA…


por Francisco Javier Martínez Prieto
párroco de Santa Marta de Ortigueira


Lo que cambió ayer
tendrá que cambiar mañana
así como cambio yo
en esta tierra lejana


La Navidad no es el sufrimiento de una nostalgia, sino el cumplimiento de una Promesa…

Hoy anochece en Ortigueira a las 17:59 minutos, mañana lo hará exactamente a las 18:00 horas. Y un minuto es suficiente para cambiar la historia. Saben bien del anochecer los arrieiros, que de día non “oien misa, e de noite non durmen nada”. Anochecía en la nochebuena de 1818 a la altura de Poupariña, junto al monte Caxado. Entre la nieve se adivinaban sobre el camino los surcos perfilados por las ruedas de los carrucos de leña a su regreso del mercado de Ortigueira. El aire frío de la noche se resiste bajo lonas de cuero prendidas en los fungueiros de un carro aparcado al abrigo inmediato al borde del camino. Una pequeña hoguera da calor a Josefa y Fabián que han tenido que detener su marcha porque ella aguarda la llegada de un pequeño. Fabián saliendo del improvisado refugio fue en busca de la comadrona, - zoqueando sobre la nevada y entre la espesa niebla – cree tomar la dirección del Freixo. Mientras camina, anhelando que pasase el invierno, el arrieiro entonaba:

Cambia el sol en su carrera
cuando la noche subsiste
cambia la planta y se viste
de verde en la primavera

Son ya las 17:59 minutos… un resplandor ilumina su camino como si de una estrella fugaz se tratase. De pronto, se encuentra ante sus ojos con una enorme bola de la estación de rádar y telecomunicaciones de AENA. Cómo pasa el tiempo… 20 años no es nada… decía Gardel, pero 200 años son la repera… (Exactamente los mismos que cumple el repetidamente entonado “noche de paz”) y Fabián se siente pequeño ante tamaña bola de navidad a la que no habría árbol que se le resistiese. Atravesando la entrada de la estación se acercó a golpear la puerta para pedir ayuda, acaso albergue para cobijar a su familia en aquella fría noche. La puerta se abrió sola y al acceder por ella se encontró en pleno cantón de Ortigueira, que a modo de pasillo se abría a su paso iluminado de luces de Navidad. Todo a su vista era una novedad…

Se encontró saliendo de la empanadería a un pequeño muñeco de nieve de nombre Martín cargado con la compra, con un gorro negro, adornado con un acebo, y luciendo una bufanda de franela roja. Subía escapando a todo correr hacia la Magdalena… llegaba tarde, estaba en busca y captura por sus vecinos desde hacía semanas… había salido un tanto esmorgueiro. Cuando se perdió de su vista, Fabián, alcanzó a coger las bufandas de calceta que adornaban los magnolios del atrio parroquial y se los llevó pensando en abrigar al hijo que estaba por nacer. Fue entonces, cuando avanzando frente a la farmacia de Sandomingo lo increpó Carmen Barahona asomada al balcón de Fojo:

¿A dónde va con eso? Voy a llamarle a los municipales!!!– Carmen no advertía que éstos estaban demasiado ocupados en otros aparcamientos y menesteres. 

El furgón de Pérez Polo estaba descargando muebles en las Tres Farolas con los cuatro intermitentes puestos. A Fabián aquel carro le dio temor, lógicamente que aquel no era el Ortigueira que había conocido… Todo cambia… cansado tomó asiento en un banco con más vida social que el de Loiba y conversando con el Coleirado le recordó que todo aquello eran “leiras”… -Carmiña Casariego, que bajaba en aquel momento para la tertulia del Ciclón, escuchando al arrieiro le repuso:

Leiras ahora está en la Avenida Escola de Gaitas, frente a los juzgados, no tiene pérdida.

Todo había cambiado, donde antaño sonaban los martillos que herraban las bestias, ahora pandereteaban los grupos musicales. En las ruinas del castillo, ahora había un molino. La iglesia parroquial había desaparecido del Campo de San Roque, y hay que ver lo distante que han puesto el mar en este particular belén que ahora es Ortigueira… cada día está más lejos.
Todo cambia… ya lo decía Mercedes Sosa:

Cambia lo superficial
Cambia también lo profundo
Cambia el modo de pensar
Cambia todo en este mundo

Siguió caminando hacia la Preguiza, en aquel minuto eterno que no pasaba porque el reloj del concello se había detenido. Dicen que una ortiga “do país” había bloqueado la aguja de los minutos en el 59. Todo era nuevo para Fabián, donde aquellas casas había recogido tantas veces algas para vender en los mercados. Fabián no daba crédito ni asumía donde se encontraba. Alzó la vista y contempló un enorme letrero que daba cuenta de la construcción de las mismas, en el mismo un año… uff, - “esto es el futuro”. Ajeno a todos los acontecimientos sintió no pertenecer a aquel mundo… en el fondo, cuando no asumimos el futuro ni el presente, dejamos de pertenecer a la realidad y nos convertimos, como Fabián, en una pieza ajena al contexto… como si hubiésemos viajado desde aquel 1818 en que se compuso el famoso villancico de una noche de paz como aquella. 

Cambia el clima con los años
Cambia el pastor su rebaño

Cambia el más fino brillante
De mano en mano su brillo
Cambia el nido el pajarillo
Cambia el sentir un amante

Cambia el rumbo el caminante
Aunque esto le cause daño
Y así como todo cambia
Que yo cambie no es extraño

Más allá unas pistas donde hacen algo que llaman deporte – y entre el deporte el pádel (que es el futuro), Fabián sólo sabía de trabajar… y ya no llegó ni a Morouzos, aunque los focos al otro lado de la ría, donde entrenaba el FC Ortigueira, llamaron su atención. Otro Fabio preguntaría insistentemente todos los domingos, dos siglos después, cómo habría quedado el partido. 

Regresó por la calle Curuxeira donde Suso de Herrero y Guillermo Caula dialogaban sobre el paraguas “nuevo” de la coqueta estatua. Se dirigió a la Plaza de Isabel II… ¿quién habría sido aquella mujer? – se preguntó mientras se sorprendía levantando la vista hacia una palmera, especie verdaderamente fantástica para él. Se encaminó hacia la alameda porque en la entrada de la calle del Príncipe encontró una señal con un hombre y un casco, que no comprendió bien qué significaba. Tantos cambios despistan, le quedaba mucho Ortigueira por aprender, mucho tiempo por recuperar, se sintió entumecido, lleno de contracturas, ciertamente que ponerse a punto iba ser difícil y aquello no lo solucionaba ni el masajista del Cantón

Cambia el pelaje la fiera
Cambia el cabello el anciano…
Dirigiéndose hacia la alameda un letrero luminoso anunciaba el Belén Parroquial de Ortigueira, aparecía que Iria-Friné había hecho el pregón de inauguración del presente año… aquello también era toda una novedad y aquella estatua de un gaitero al fondo era también diferente, y pensó:

así deben ser los gaiteiros del futuro… algún día hasta se llamarán Ernesto, y hasta de Venezuela y de Murcia habrá gaiteros.

Su abuelo le había contado de Araelas, precedente de Francisco Carballeira y Choumín de Céltigos (estos ya pertenecían a su posmodernidad), que alegraba los festejos de las localidades vecinas y acompañaba procesiones y romerías. Decía su abuelo que una gaita sin roncón era como una comida sin vino, y que con vino siempre se ronca mejor. Comenzaba lo que llaman Navidad, y los orteganos salían a tomarse el vino previo a la cena … entre muchos de ellos, no es cuestión de citarlos a todos, por la cuesta de la cárcel cubierta de nieve bajaban con atuendo de magos en carrilana Antón el fontanero, Luciano y Sousa… y es que, los tiempos han cambiado, y lo de teñirse de negro, ya pertenece al pasado. 

Regresó hacia el edificio del Concello, entró por la puerta de la iglesia conventual, avanzó hacia el lateral donde estaba iluminado el belén, quedó contemplándolo apoyado en el comulgatorio. En ese momento el reloj del Concello marcó por fin las seis de la tarde. Notó que algo se desvanecía a su vista mientras escuchaba el villancicopuer-natus-in-bethlehem” en la voz de los antiguos frailes dominicos del Convento de Ortigueira. Fueron sus últimos recuerdos de aquel espectacular viaje en el tiempo …al momento ante sus ojos estaba su mujer Josefa, en sus brazos un pequeño, una mula y un buey también le daban calor bajo aquella lona de cuero prendida en los fungueiros de un carro. 

En 200 años de historia han cambiado muchas cosas, pero nacemos como Dios nació, descubrimos la promesa cumplida en nuestra historia de Dios con nosotros cuando llega la Navidad… todo cambia, pero el amor de Dios no cambia, por muy lejos que lo sintamos. No cambia su recuerdo por todos nosotros, su acompañarnos en nuestras alegrías y en nuestras penas… nace el Amor, lo único que verdaderamente permanece y no cambia.

y es que la Navidad no es el sufrimiento de una nostalgia,
sino el cumplimiento de una Promesa…”

Feliz Navidad!!!




venres, 6 de decembro de 2019

PAISAXES E PAISANAXES. EXPOSICIÓN DE ANTONIO RÚA SAAVEDRA, CURA DE SANTO ANDRÉ DE TEIXIDO






O día un de decembro, nos claustros do concello de Ortigueira, tivo lugar a inauguración da exposición de pintura: «Paisaxes e paisanaxes», de don Antonio Rúa Saavedra, párroco de Santo André de Teixido. Home carismático e polifacético, ameno conferenciante, que ademais de atender os seus labores pastorais, cultiva a terra e toca a gaita.
Rúa naceu en Santo Tomé de Lourenzá, o 19 de xaneiro de 1968, estudou o bacharelato en Mondoñedo e continuou a carreira en Santiago, no Instituto Teolóxico Compostelán, facendo tamén a licenciatura en Historia do Arte e ampliando estudos en Madrid, nunha academia de Restauración do Patrimonio Histórico. Dende moi neno pinta e debuxa. O seu mestre foi Puchades, con quen aprendeu as variadas técnicas que domina.
Cartel da exposición de pintura
(autor: Diego P. Dopico)
A exposición, que poderemos ver durante todo o mes de Nadal, é un agasallo para os ollos e unha regalía para a alma, onde nos amosa unha serie de cadros con estilo propio e complicidade manifesta co realismo máxico que bebe na escrita de don Álvaro Cunqueiro, por ser ambos egrexios persoeiros das Terras de Miranda e os seus aledaños.
Tal como comentou Rúa, na súa magnífica intervención cargada de humor o día da inauguración, onde foi desgranando o contido da obra como se narrara a súa propia vida, a súa historia particular —véxase o cadro «Chocolate» que aparece no cartel, onde a súa ama falecida hai dous anos, lle leva a merenda ao despacho— a sociedade que lle tocou vivir, a infancia de rezos e misas, a familia, o entorno social, os oficios que se perden —declarouse zoqueiro—, as vivencias dunha Galicia que co paso do tempo moitos xa non lembrarán, pero da que o artista quere deixar constancia co seu bo facer, pintando e debuxando cunha mestría que asombra ao público que visita a exposición nun marco incomparable como é o primeiro andar do Concello ortegano, por onde se paseaban os frades dominicos cantando as súas letanías.
Obras cheas de emocións e vivencias, con mestura de cores fríos e cálidos en tonalidades apagadas debido a unha primeira base escura que lle aplica aos lenzos e que dan orixe a súa peculiar forma de expresase cos pinceis, unha característica específica dos seus cadros.
Destacan os impresionantes debuxos a plumilla e carboncillo, liñas nítidas e precisas que merecen ser vistas unha e outra vez para descubrir a vida das figuras, a tradición, as festas de antano, o aspecto cotián dunha época: un ventano en movemento polo que ollar a paisaxe e aos paisanos.
Belén Bello, a Concelleira de Cultura presentou ao pintor, agradecida por dar a coñecer a obra dun veciño do Ortegal, cedendo a palabra a don Xabier, cura de Ortigueira, e amigo do artista, quen convidou aos presentes a ver outra parte da obra colgada nunha confitería de Mondoñedo.

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Texto: Obdulia Dopico
Fotos: Obdulia Dopico e Antonio Rúa