xoves, 30 de abril de 2020

Pandemias en Ortigueira. De la gripe de 1918 al coronavirus de 2020





El Heraldo de Vivero del 3 de abril de 2020 trae un interesante artículo sobre la pandemia de gripe en Viveiro (1918) y entre otras notas llama la atención lo referente al Concello de Ortigueira, dice así:
«Mientras Viveiro hacía oídos sordos y cerraba los ojos ante el avance de la enfermedad, en Ortigueira se tomaban medidas contundentes porque se habían detectado varios casos de escarlatina, uno en la villa y otro en Luama. La Junta Municipal de Sanidad ortegana, presidida por el alcalde Federico Maciñeira y Pardo de Lama, tomó a mediados de julio de 1918 decisiones muy drásticas: clausurar las escuelas públicas y particulares, prohibir la entrada de personas extrañas a la familia en las casas afectadas por la epidemia, bajo multa de 5 pesetas, recomendar que la ropa procedente de los enfermos sea hervida y lavada y prohibir la entrada en el pueblo a los pobres faltos de limpieza que acuden implorando caridad pública. Ordenando también que se raspen y blanqueen las paredes de las habitaciones donde estuviesen enfermos».
PANDEMIA EN ORTIGUEIRA: Año 1918
(Recogido del resumen de la Crónicas en La Voz de Ortigueira)
Aparece la temida Grippe, muere muchísima gente, se dictan Bandos… junto al lío que empieza a vislumbrarse alrededor de los sindicatos católicos y agrarios. 
Pasamos a la Grippe. El cinco de octubre todavía no había hecho su aparición la enfermedad, pero como ya estaba propagada con fuerza por toda España, La Junta local de Sanidad toma serias medidas que habrá que cumplir sin contemplación alguna. Desinfección de las casas, con caleado, supresión del agua bendita en las Iglesias, clausurar escuelas, ventilación en los lugares públicos, limpieza esmerada del cuerpo, hacer vida ordenada, no abusar de alcoholes y placeres, no visitar enfermos…etc., pues vale más prevenir que remediar. Reunidos los tres médicos de la Villa, Manuel Bermúdez, Enrique Bermúdez Cobián y Francisco González de Lema, acuerdan recabar al Sr. Gobernador la suspensión de las ferias del distrito, acordando hacer visitas domiciliarias, así mismo también por orden gubernamental se suspende temporalmente la emigración. 

Los artículos, al igual que los muertos, se suceden hasta fin de año: «El flagelo reinante», firmado por J.H., dice así:
La enfermedad exótica que a estas horas castiga por igual a los habitantes de todas las localidades, es una de esas epidemias generadas en los campos tapizados de cadáveres insepultos en los campos, teatro espantoso de la guerra cruel, producto de la irreflexión. Los restos putrefactos de quienes fueron apuestos mozos, trae como consecuencia el envenenamiento de la atmósfera…”
Este mismo autor, J.H., da cuenta en otro artículo, «Higiene y estética», de la necesidad de plantar
eucaliptos febrífugos, especie vegetal destructora de los miasmas, insecticida de los minúsculos seres gaseosos que acechan nuestro organismo para devorarlo, afirmando que se llegó a la conclusión en otras partes del mundo de que los vapores esenciales que exhalan sus frondosos tallos, se expanden voluptuosamente por la atmósfera, constituyendo un tóxico mortal para los seres invisibles que llenan el aire”.

A la gripe también se le llama soldado de Nápoles. En Ortigueira se crea una Junta de Caridad mediante suscripción pública, para paliar los daños y llevar socorro a las familias. En Cariño es la Cruz Roja, bajo la presidencia de Matilde Lema y María Bonteller, quien atiende familias enteras que están postradas en la cama. Enfermos se hallan el ocurrente corresponsal Pancho Pita y su padre, así como el archisatírico Bruxo que no podrá urdir sus cóxegas por un tiempo. Las defunciones y necrológicas muy sentidas llenan el semanario. A mediados de diciembre leemos que
ya se bate en retirada la terrible epidemia. De los mil atacados que hubo en Cariño, sólo quedan en cama medio centenar”
Al final también caen enfermos los dos señores médicos, Laviña y Taracido, que a pesar de su indisposición, salen a visitar a los más graves, haciendo un esfuerzo que podía costarles muy caro. Tampoco se libra de la gripe el cura, que «la pasó a pié», por no tener quien le fuera a los entierros, su conducta «imprudente» fue muy bien comentada. Toda la comarca fue un inmenso hospital doliente.
¿A qué asusta? De lo expuesto hace un siglo veo muchas similitudes con lo que está pasando… 
Así que no asusta bastante. Poco aprende la humanidad. 
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Publicado en el semanario La Voz de Ortigueira,


Texto: Luli Dopico
Fotos: Álvaro Fdez. Polo