Xoán Xosé lendo na súa bilbioteca (Foto: Familia Álvarez Lage) |
«Foi un xeneroso e incansable activista da lingua e do asociacionismo cultural», escribió La Voz de Galicia en su obituario. Así recordamos a Xoán Xosé Fernández Abella, un monfortino y ortigueirés -a partes iguales- que se nos fue en Santiago el pasado 17 de agosto tras una repentina enfermedad. A inicios de mes había visitado a sus familiares en nuestra villa, saludando a cada paso a sus incontables amigos, precedido siempre de su serena sonrisa.
Xoán Xosé (nacido en septiembre de 1931) era el menor de cinco hermanos. Hizo la licenciatura en Derecho en Santiago y se graduó en Magisterio, vocación que desarrolló durante cuatro décadas. En 1962 emigró a Caracas, donde sus hermanos regían una industria textil. Al año siguiente conoció a la ortigueiresa Merceditas Álvarez Lage –la hermana de nuestros amigos Vicente y Sesa- y se casaron en el 70 en la muy “gallega” iglesia de la Candelaria de aquella capital. Su activismo gallego se hizo presente en revistas y emisoras de radio caraqueñas. En la revista Irmandade, de la Hermandad Gallega Venezolana, estuvo presente su pluma durante dos años. En el 72 ya está el matrimonio de regreso en España para reanudar ambos sus carreras de maestros nacionales. Ejercieron en Rociana del Condado (Huelva), Pontedeume y Ortigueira. Aquí perdió a su esposa, el norte de toda su vida, y desde entonces su entrega a la literatura, el compromiso social y su dedicación a la familia fueron su razón de ser. Su último destino fue la escuela de Roxos, en Santiago, donde se jubiló en 1999.
La vocación poética de Xoán Xosé le acompañó desde antes incluso de su etapa universitaria. En 1957 su Soneto a un humilde ciprés en cementerio fue incluido en la Antología Poética de Ediciones Rumbos de Barcelona. Siguieron Poemas Gallegos, en el 76 y hasta una decena de libros, más su presencia en otras ediciones colectivas. Era habitual ver su firma en los principales diarios gallegos y en revistas culturales. La Voz de Ortigueira contó con sus valiosas aportaciones durante décadas. Justamente en agosto había prometido reanudar sus colaboraciones semanales en breve. Su último poema estuvo dedicado a los ortigueireses nacidos en 1943 que celebraban su octogenario. Ortigueira siempre en su corazón y en su obra.
Nuestro autor decía de sí mismo: «O meu interese pola cultura galega é profundo, e sempre hai que tratar de aprender máis, porque canto máis se estude máis interesante se encontra». Cultivó, en efecto, una lírica reflexiva y vibrante, con un compromiso social enterizo pero sin estridencias ni afectación formal. Como cabe decir de un curtido poeta, halló el arte de poner las palabras en el lugar debido.
Hombres como Xoán Xosé Fernández Abella hacen el mundo más luminoso y llevadero.
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Texto: R. B.
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